Gente impresentable
La caradura de algunas personas no conoce límites.
Hace un par de semanas tuve un examen de Derecho Mercantil -la fiesta padre vamos-. A "vigilarnos" no vino la profesora que nos da normalmente la asignatura sino una polluela, poquita cosa y con aire de no saber por donde había venido, seguramente nueva en el departamento, a la que le habían cargado el marrón de hacer el examen a la clase mientras la profesora titular se pasaba el día de fiesta. Lo de siempre.
Desde el momento que comenzó a hablar se vio venir lo que iba a ocurrir. La pobre no estaba curtida en el trato con alumnos, o no lo parecía, y la copiada general del compañero, de la clásica chuleta o directamente de los apuntes se fue generalizando. A pesar de que a muchos nos resultaba evidente lo que estaba pasando, la pipiola permaneció en una esquina de la clase sin pronunciar palabra, eso sí, mirandonos como Condolezza Rice en mitad de una crisis aguda de estreñimiento.
No copié, y muchos compañeros tampoco. Otros sí, incluso llegaron a resolver el examen casi integramente sacando las respuestas de los apuntes. No me parece bien, pero es su examen y su carrera, allá ellos.
Hoy nos han dado las notas y me ha hervido la sangre. No por mi nota, no me puedo quejar, una nota decente. Sino por las enormes injusticias que me ha tocado ver.
Varias personas que no copiaron, que me consta que habían estudiado y que se habían preparado sus exámenes echándole horas, veían ahora como cuatro lerdos de pura cepa, incapaces de encadenar tres palabras sin cometer una incorrección, sacaban notas con las que ni soñaban, muy superiores a las de gente que sí que había dado el callo, no con tan buenos resultados, desde luego.
Esto quema, puede llegar a calentarle a uno mucho, pero hay algo peor.
Algo peor es hablar con la profesora para saber cuando es posible revisar el examen para comprobar fallos y tratar, por qué no, de subir un poco la nota y ver como acto seguido una lerda (yo diría que la lerda mayor del reino) sin ningún pudor se acerca a la profesora y le pide explicaciones de por que su nota se ha quedado en un "7,75" (una nota muy alta para lo que ha sido el promedio).
La somarra (termino peyorativo aragonés usado por mi padre, contracción de "so marrana") tiene las narices de exigir más nota. Hay que echarle ovarios. Sin saber una miseria de derecho mercantil pretender pelear una nota que en conciencia sabe que no se merece. Por la que no ha tenido que realizar más esfuerzo que copiar unas palabras de una hoja a otra a la vista de todos.
Aquí el que no corre, vuela. Es una máxima en este país. Siguiendo esta ley sacro santa no puedo recriminar su conducta, no soy quien (haber copiado tú, dirá alguno), pero no me voy a tragar mi indignación, eso lo tengo claro. No he podido evitarlo, cuando la he oido discutirle la nota a la profesora he soltado un "hay que joderse" justo al alcance de su oido. Sabes que lo sabemos, sabes que no nos hace gracia, pero aun así nos vamos a callar.
A veces uno se siente profundamente idiota. ¿De qué narices sirve tragarse tochos encriptados en lenguaje jurídico para intentar sacar un buen expediente si luego cualquier mindundi se saca los papeles bajo la mesa -como en la EGB- y resuelve el examen sin estudiar una sola linea? ¿Como te sientes si ese tipo saca más nota que tú? ¿si sabes que su expediente será mejor que el tuyo, al menos en ese punto? ¿Y si encima la profesora comenta lo contenta que está del nivel de algunos exámenes? ¿Te callas y tragas confiando en la justicia divina? (jodido, soy agnóstico y ateo en mis ratos libres) ¿lo denuncias, arriesgas la nota de toda la clase y te conviertes en un ser aborrecido y aborrecible? (aun estudiando derecho no se puede ser TAN cabrón)
Al final solo te queda el derecho a la pataleta, a soltar el rollo en tu blog, a tu familia y a algún amigo que tenga la mala suerte de cruzarse en tu camino y murmurar entre dientes, mientras sacas los folios del siguiente examen, esa frase tan polivalente: "Hay que joderse".
Hace un par de semanas tuve un examen de Derecho Mercantil -la fiesta padre vamos-. A "vigilarnos" no vino la profesora que nos da normalmente la asignatura sino una polluela, poquita cosa y con aire de no saber por donde había venido, seguramente nueva en el departamento, a la que le habían cargado el marrón de hacer el examen a la clase mientras la profesora titular se pasaba el día de fiesta. Lo de siempre.
Desde el momento que comenzó a hablar se vio venir lo que iba a ocurrir. La pobre no estaba curtida en el trato con alumnos, o no lo parecía, y la copiada general del compañero, de la clásica chuleta o directamente de los apuntes se fue generalizando. A pesar de que a muchos nos resultaba evidente lo que estaba pasando, la pipiola permaneció en una esquina de la clase sin pronunciar palabra, eso sí, mirandonos como Condolezza Rice en mitad de una crisis aguda de estreñimiento.
No copié, y muchos compañeros tampoco. Otros sí, incluso llegaron a resolver el examen casi integramente sacando las respuestas de los apuntes. No me parece bien, pero es su examen y su carrera, allá ellos.
Hoy nos han dado las notas y me ha hervido la sangre. No por mi nota, no me puedo quejar, una nota decente. Sino por las enormes injusticias que me ha tocado ver.
Varias personas que no copiaron, que me consta que habían estudiado y que se habían preparado sus exámenes echándole horas, veían ahora como cuatro lerdos de pura cepa, incapaces de encadenar tres palabras sin cometer una incorrección, sacaban notas con las que ni soñaban, muy superiores a las de gente que sí que había dado el callo, no con tan buenos resultados, desde luego.
Esto quema, puede llegar a calentarle a uno mucho, pero hay algo peor.
Algo peor es hablar con la profesora para saber cuando es posible revisar el examen para comprobar fallos y tratar, por qué no, de subir un poco la nota y ver como acto seguido una lerda (yo diría que la lerda mayor del reino) sin ningún pudor se acerca a la profesora y le pide explicaciones de por que su nota se ha quedado en un "7,75" (una nota muy alta para lo que ha sido el promedio).
La somarra (termino peyorativo aragonés usado por mi padre, contracción de "so marrana") tiene las narices de exigir más nota. Hay que echarle ovarios. Sin saber una miseria de derecho mercantil pretender pelear una nota que en conciencia sabe que no se merece. Por la que no ha tenido que realizar más esfuerzo que copiar unas palabras de una hoja a otra a la vista de todos.
Aquí el que no corre, vuela. Es una máxima en este país. Siguiendo esta ley sacro santa no puedo recriminar su conducta, no soy quien (haber copiado tú, dirá alguno), pero no me voy a tragar mi indignación, eso lo tengo claro. No he podido evitarlo, cuando la he oido discutirle la nota a la profesora he soltado un "hay que joderse" justo al alcance de su oido. Sabes que lo sabemos, sabes que no nos hace gracia, pero aun así nos vamos a callar.
A veces uno se siente profundamente idiota. ¿De qué narices sirve tragarse tochos encriptados en lenguaje jurídico para intentar sacar un buen expediente si luego cualquier mindundi se saca los papeles bajo la mesa -como en la EGB- y resuelve el examen sin estudiar una sola linea? ¿Como te sientes si ese tipo saca más nota que tú? ¿si sabes que su expediente será mejor que el tuyo, al menos en ese punto? ¿Y si encima la profesora comenta lo contenta que está del nivel de algunos exámenes? ¿Te callas y tragas confiando en la justicia divina? (jodido, soy agnóstico y ateo en mis ratos libres) ¿lo denuncias, arriesgas la nota de toda la clase y te conviertes en un ser aborrecido y aborrecible? (aun estudiando derecho no se puede ser TAN cabrón)
Al final solo te queda el derecho a la pataleta, a soltar el rollo en tu blog, a tu familia y a algún amigo que tenga la mala suerte de cruzarse en tu camino y murmurar entre dientes, mientras sacas los folios del siguiente examen, esa frase tan polivalente: "Hay que joderse".